El retardo de la adultez
El doctor Gomberoff recalca que para ir pasando por estas etapas hay que, necesariamente, superar las que la preceden. Es importante que el niño viva y experimente cada una de ellas. “Si un niño antes de la adolescencia temprana no fortalece y refuerza el Yo para tener mayores capacidades adaptativas y para afrontar el mundo, lo va a pasar muy mal en la segunda etapa -la adolescencia temprana- en la cual el niño necesita separarse de los padres”.Pero el especialista asegura que “los adolescentes están más equipados psicológicamente” de lo que se cree para poder afrontar todas las crisis, “por lo tanto, el grupo de niños que tiene retardos o detención de la adolescencia son sólo una pequeña parte”. Esta patología o llamada también adolescencia retardada, se refiere a aquellos jóvenes que nunca llegan a la última etapa, a la de la adultez. Son los adolescentes eternos. Otro grupo, más pequeño aún, puede llegar a conductas extremas y peligrosas. “Estos adolescentes se quedan en los grupos de reafirmación y no pueden salir. Nunca forman relación de pareja, y muchas veces como han sido los líderes del grupo, es difícil determinar que están enfermos. Pueden llegar a ser muy violentos porque retienen a la gente con ideologías, se creen poseedores de la verdad absoluta y pueden matar a los que no están de acuerdo”.
La mayoría, sin embargo, pasa cada etapa dentro de un marco normal. “No importa el cómo ni el cuando revelarse con los padres, lo importante es revelarse”, asegura el doctor Gomberoff. Pero puede haber adolescentes que no les sea tan necesario revelarse agresivamente ante sus padres. “Hay papás que dejan crecer. La rebelión violenta se produce cuando no los dejan. No todos los adolescentes se pintan los pelos y además, el pelo se corta y crece. No hay que asustarse”. El especialista asegura que los adolescentes son mucho menos problemáticos de todo lo que se dice, y el desconocimiento e incomprensión por parte de los padres se debe a que los adultos olvidan “la tormenta emocional que significa para todos en algún momento la adolescencia. Es tan intenso lo que se vive, que con el tiempo empezamos a negar lo que ocurrió, por lo tanto, nuestros hijos llegan a ser adolescentes y no los entendemos“.Asimismo, el especialista señala que ante un hijo adolescente los padres se encuentran con el conflicto de la propia finitud, de la muerte. Como explica el doctor Gomberoff, “mientras seguimos siendo padres de hijos niños, seguimos siendo lo inmortal que nos creíamos cuando éramos adolescentes. El ver a los hijos con vello en las axilas y en los genitales, es como el primer signo de que la vida se nos va a terminar. Hay que reconocer que hay veces en que les tenemos fobia a nuestros hijos, porque nos recuerdan ciertas cosas que no nos gustan mucho”.
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