jueves, 16 de abril de 2009

La Escuela Nueva en el Uruguay


Lo que han dicho de Otto Niemann quienes lo conocieron:
1) Palabras de la pedagoga uruguaya Reina Reyes en el libro Otto Niemann, un maestro sin fronteras, escrito por su hija Alba, quien decía que «su presencia imponía respeto, sus actitudes, admiración. En Otto Niemann se apreciaba una acentuada responsabilidad frente a todo lo humano, no desprovista de amistosa comprensión» (Niemann., 1984: 8).
Al hablar acerca de su obra en la escuela de Progreso, una de las escuelas experimentales creadas en 1925 (las otras dos fueron la de Las Piedras, cuyo director fue Sabas Olaizola, y la de Malvín en Montevideo, bajo la dirección de Olimpia Fernández), dice Reina Reyes:
«ahí no solo aplica las ideas de Decroly, sino que crea un sistema que responde a las necesidades del medio rural, introduciendo en el programa de estudios la enseñanza de manualidades, cuyos valores conocía, además de la práctica de la imprenta escolar, preconizada por Celestin Freinet. No se limitó a trasmitir un saber sino que buscó la forma de ofrecer al niño la plena posesión de su cuerpo, su inteligencia y sus sentimientos, fundamento moral de la honestidad intelectual que él practicaba. Fiel a su ideal de la liberación del hombre y de progreso social, su acción en defensa de la laicidad no supo de pausas. Entendía la laicidad como una actitud contraria a todo totalitarismo, que permitiera a cada hombre descubrir su propia verdad, sin someter la razón a dogmas religiosos o políticos». (Niemann, 1984: 8, 9).
2) Palabras del senador Bautista López Toledo acerca de Otto Niemann en el homenaje realizado en la Cámara de Senadores en 1958, el año de su fallecimiento:
«Otto Niemann un hombre de los más altos valores, que empieza por ser un gran ciudadano y culmina siendo un gran educador. Un hombre que inspiraba a todos los que lo conocieron, respeto y sencillez, por la salud moral que fluía de sus palabras y de sus actos que inspiraban confianza. Aquí en nuestro país perteneció a una generación de maestros que desgraciadamente la expresión de su obra no se estudia en los programas magisteriales. (…) Niemann tenía una modalidad que es la que deseo exaltar como homenaje. Es muy difícil tener esta doble actitud en el educador: la de poseer una personalidad definida frente a los problemas y llevar hasta el extremo sublime del respeto que debe inspirarnos la personalidad del educando. Niemann había hecho aflorar en su espíritu una modalidad que consistía en respetar al educando de manera trascendental». (Niemann, 1984: 236-239).
Por último, se toman las palabras del editor del libro de Alba Niemann:
«Otto Niemann perteneció al grupo de maestros esclarecidos y activos que lucharon por crear en el magisterio afinidad de propósitos, con el fin de impulsar a la consolidación de una política educativa con dignidad continental, capaz de asegurar la plenitud de los derechos del individuo».
Para demostrar lo que dice acerca de Niemann, transcribe dos de sus pensamientos:
«El magisterio debe tener suficientes conocimientos políticos, sociales y económicos y experiencia activa, para actuar en forma eficaz dentro de la masa social de donde proviene el niño, objeto especial de su educación».
«El magisterio ha de ser la vanguardia del movimiento democrático y de unificación de los pueblos. Ha de tener por objeto a la vez, el de propiciar la generalización de los métodos de enseñanza y educación que mejor contribuyan al desarrollo de la personalidad humana. Y ha de activar, en colaboración con todo movimiento que tienda a superar el nivel de vida y a hacer más eficiente la labor educativa que garantice la libertad y la justicia». (Niemann, 1984: 5).
Síntesis biográfica
Para saber acerca de los hechos más destacados de su vida recurrimos al libro ya citado de su hija, Alba Niemann: Otto Niemann, un maestro sin fronteras. De él dice que nació en Buenos Aires, el 24 de diciembre de 1888, hace ciento veinte años, que era hijo de humildes inmigrantes alemanes, que desde adolescente tuvo que trabajar, que comenzó haciéndolo como tipógrafo a los catorce años, y que a los dieciocho años se vino solo a nuestro país para no cumplir con el servicio militar obligatorio y que aquí vino a trabajar en una imprenta. En esa época, la mayoría de quienes integraban el gremio de la imprenta eran anarquistas.
Desde su trabajo en la imprenta lee todo lo que le llega relacionado con lo educativo. En esos años cuenta su hija que publica en la Revista Infancia y que luego edita la Revista de los Niños, de la que se dice sirvió de inspiración a Constancio Vigil para editar años más tarde Billiken.
Como le interesa todo lo educativo decide hacer magisterio en el Instituto Normal de Varones y se recibe de maestro en 1918 con 30 años. Su primer trabajo en la dirección fue en la Escuela Agrícola de Flores, en la que al comienzo no tenía alumnos, así que decide recorrer casa por casa a presentarse a las familias y así el aula fue llenándose hasta convertirse en un centro productivo: allí criaban ovejas, hilaban la lana, fabricaban zapatillas, como cuenta su hija. También trabajó en una escuela nocturna de Canelones.
Se presentó nuevamente a concurso y eligió la dirección de la Escuela Rural Nº 11 de Progreso. En esa época se contactó con Clemente Estable y con Sabas Olaizola; con este último lograron que se autorizara el programa de Escuelas de Experimentación Libre. Cada uno de ellos innovó en su escuela una forma de trabajo basada en el método Decroly. En 1933 Niemann participó del Congreso de Maestros. En 1939 integra la comisión de Asuntos Pedagógicos de la FUM. En la escuela de Progreso estuvo en la dirección desde 1924 a 1942.
Al término de su gestión en esa escuela, en el año 1942, Otto Niemann se jubila a la edad de cincuenta y cuatro años. En setiembre de 1941 escribe en el Libro Diario de su escuela:
«La razón principal por la que debo jubilarme es mi salud. Lo hago con pena, porque en esta escuela aún dentro de sus graves deficiencias de local, puedo desempeñar una labor donde mi iniciativa es ampliamente respetada por las autoridades escolares. Pero la estrechez de ambiente material me obliga a permanente y recargado esfuerzo causante de mi precaria salud. Dejaré el trabajo, pero la causa de la educación del pueblo, sobre todo de la infancia me tendrá siempre preocupado, sobre todo con la orientación constante hacia el triunfo de la democracia, cada vez más depurada, cada vez más realidad en sus postulados básicos».
Ya jubilado, pasa a dedicarse a la actividad gremial y sindical. Participa de Congresos Americanos del Magisterio, en la Comisión Honoraria de Edificación Escolar en Uruguay, da cursos de verano de pedagogía en Chile, escribe artículos en defensa de la democracia y la laicidad, funda APEL (Asociación por la Educación Laica), y organiza las audiciones radiales de la FUM.
El maestro OTTO NIEMANN falleció el 27 de agosto de 1958, hace cincuenta años. Método Decroly (en el que se basó la innovación en la Escuela Experimental de Progreso)
La escuela de Progreso fue una adaptación del método Decroly, método llevado adelante por Ovidio Decroly en Francia en las primeras décadas del siglo XX. Decroly (1871-1932) era uno de los representantes de la Escuela Nueva europea que aplicaba un método conocido como «Centros de interés». Sobre ellos Trilla (2001: 110,111) dice: «…el Dr. Decroly sostiene que los intereses profundos de los niños nacen de sus necesidades y son la manifestación directa de los instintos. Para conseguir aprovechar de manera efectiva y real el interés del alumno y convertirlo en programa escolar, considera que ha de dotarse a los individuos de dos tipos de conocimientos: primero, los que se refieren al conocimiento de sí mismo, a sus necesidades, posibilidades y aspiraciones, y, en segundo lugar, los conocimientos sobre el medio natural y social donde viven y donde han de satisfacer aquellas necesidades, posibilidades y aspiraciones».
En cuanto al conocimiento de sí mismo, Decroly, aplicando aquí su concepción biologista del hombre, propone que las necesidades básicas del hombre son de cuatro tipos:
«El hombre para sobrevivir precisa de la alimentación, necesidad universal y prioritaria.
Otra cuestión básica para vivir es la intemperie, por eso el hombre construye su hábitat y desarrolla múltiples actividades.
Defenderse de los peligros y los enemigos es otra necesidad que debe resolver el hombre si quiere conservar la vida en el medio natural.
En el caso de tener satisfechas las necesidades descritas, el hombre debe actuar y trabajar para transformar el entorno. El trabajo, es decir, la acción consciente de transformar el medio natural o social para realizarse».
«(…) “El tratamiento que se da a cada uno de estos centros de interés parte siempre del conocimiento de uno mismo y del hombre para ir abarcando de forma cíclica el estudio y conocimiento del medio natural y social con todos sus elementos. Así pues, partiendo del conocimiento de sí mismo se pasa al conocimiento del ambiente familiar, escolar, social y del medio natural, que se estudia a partir del mundo animal, el vegetal y el mineral».
La obra de Niemann en la Escuela de Progreso
La escuela de Niemann pasa a ser Escuela Libre de Experimentación a fines de setiembre de 1925. Luego de que se publicara en la prensa de la capital la noticia, dice Niemann, en el libro diario del 30 de setiembre, que ese día:
«conversó con las maestras sobre modernos métodos de enseñanza, haciendo constar que si bien se presentó resuelto a cargar con la responsabilidad que esta obra reclama, ha sido después de haberle prometido el personal colaborar en dicha obra, teniendo desde ya plena conciencia de que ello reclamará un mayor esfuerzo, tal vez, que el que se ha realizado hasta el presente».
Al hablar de modernos métodos de enseñanza se refiere a que en la escuela funcionaba todo alrededor de los centros de interés, nucleados en talleres productivos que daban lugar a toda la actividad escolar partiendo de la observación, el razonamiento y la asociación.
Dice Niemann en el Libro Diario de su escuela en setiembre de 1926 con respecto a los centros de interés:
«Los centros de interés deben ser todos aquellos que ofrezcan los elementos de observación para los fines prácticos y culturales como la apicultura, la avicultura, los conejos, la lechería, la arboricultura frutal, la carpintería, etc. No lo podrá ser, por ejemplo, la caza del oso blanco en el polo, aunque un centro de interés nos puede conducir con ventaja a cimentar dicho asunto como una ramificación o un reflejo. Podría servir de centro de interés una industria o arte no practicada en la localidad, pero que podría ensayarse dado que ni el medio ni los elementos lo impedirían como sucede con la cría del gusano de seda, por ejemplo».
La instrumentación de los centros de interés lleva a un currículo que integra las distintas asignaturas, por eso continúa diciendo:
«prácticamente en la vida, ninguna asignatura tiene aplicación aislada, sin relación con las demás. Todas representan eslabones de una cadena que representa la cultura común. Las especializaciones empiezan a desarrollarse sobre esa base de cultura. La escuela primaria forma la cultura general y no la especialización. Las materias deben relacionarse en el estudio».
En marzo de 1927 agregaba:
«Los centros de interés adoptados por nosotros son más un medio que un fin. Deben ser un recurso con el cual asociamos otras cuestiones que por su semejanza así lo faciliten».
Y en agosto de 1932:
«En vez de tomar como centros de interés los llamados intereses de los niños, tomamos los intereses sociales como las actividades productivas de esta región. (…) Cada salón debe ser una sala de asociación del centro que se estudia».
Y añadía: «Los centros de interés biológicos no impiden atender los centros de actividad productiva». Esa aplicación de los centros de interés permitía que Esta fuera una escuela activa y con respecto a ella dice en noviembre de 1927: «Entiendo por escuela activa la que trabaja, ejercita la observación y el análisis sobre bases reales sin sujeción a métodos y sistemas fijos. Es posible iniciar la enseñanza activa en nuestras escuelas comunes, dependiendo el éxito más bien de los maestros que de los programas». «La escuela Activa no es una concepción teórica. No puede actuar si no es con nuestros niños y sus necesidades». Su ideal es el de formar lo que llama «Escuela del Trabajo», como anota en agosto de 1926, cuando dice:
«que la misma está adaptada al medio en que actúa, ampliando a la vez los horizontes de los educandos en todas las esferas sin perder de vista el punto central, el trabajo como fuente de vida, de educación, de arte, de solidaridad, de amor, de felicidad, en una palabra. Y llegaré a ello con constancia, con el auxilio de las autoridades escolares». Todos estos planteamientos respecto a los centros de interés, a la escuela activa, a la escuela del trabajo, son planteamientos que corresponden al movimiento de la Escuela Nueva. En una reunión con el personal en setiembre de 1930 dice: «desarrollé el siguiente tema: “La educación nueva es un espíritu nuevo” frase que escribió Ferriere (uno de los representantes de este movimiento en Francia) en uno de sus libros. Durante la conversación leí algunos párrafos del mismo autor en los cuales afirma que para la Escuela Activa no es lo fundamental el método sino el espíritu más bien. Que la escuela activa no es un método. Era un orientador pedagógico activo de su escuela. En el Libro Diario del 26 de junio de 1926 anotaba: “Aconsejo muy especialmente que todas las lecciones se refieran a algo concreto, sacando a las cosas y a los hechos todo lo que ofrecen para todas las asignaturas… En todos los momentos el maestro debe hacer de modo que no resulte violento a los educandos: en Estos debe contemplar las distintas aptitudes, las distintas procedencias y las distintas edades. No debe temer el maestro la falta de ‘igualdad’ (las comillas son de Otto Niemann), en la clase. Lo esencial es que todos vean, oigan, palpen y ejecuten igualmente: el resultado no puede ser nunca igual, pero provechoso sí”». Todo parece indicar aquí que está hablando de lo que podríamos denominar hoy «atención a la diversidad». Se preocupaba por orientar a los maestros en todas las áreas. Por ejemplo, en julio del año 1926 anotaba que: «en la forma de explicar la historia, sobre todo en las escuelas rurales, donde podemos comentar solo las fechas gloriosas, se producirá una confusión con respecto al orden de los acontecimientos. Por ejemplo, queda, a pesar de las repetidas aclaraciones, en la memoria la idea de que el “dieciocho de julio” es un acontecimiento anterior al “25 de agosto”».
Ante esto propone la construcción de un instrumento didáctico que explica cómo debe realizarse, una especie de reloj que marca los períodos más importantes de la historia. Luego dice: «Una vez que los niños se hayan habituado al manejo de dicho “reloj”, será fácil, frente a él, moviendo el índice y leyendo, hacer un resumen de historia nacional. Es una creación mía la forma adoptada y el uso que de él hago, pero ha sido sugerido por ciertos cuadros hipnóticos de algunos libros de historia. Su uso permite comprender cómo la historia es un encadenamiento de hechos sucesivos y no azares y casualidades o caprichos de los hombres y las sociedades».
También en lengua, más precisamente en la enseñanza de la lectura, orientaba a los maestros en cuanto a los pasos a seguir en un método silábico, y en matemática planteaba situaciones de la vida diaria para resolver con los alumnos en las que se aplicaran conocimientos de operaciones, numeración, mediciones y geometría.
También se preocupaba por la educación sexual y a pesar de que han pasado casi ochenta años de manifestarlo, aún no ha sido incluida en los programas de enseñanza. Al respecto anotaba en octubre de 1926, al hablar del uso de la incubadora: «me dio lugar a diversas explicaciones. Además de otros conocimientos que proporciona se prepara con ellos, con gran eficacia, la educación sexual, conocimiento este que quiero abordar resueltamente con la clase superior. Hice destacar como dicha labor puede comenzarse desde la clase inferior, tanto al tratar los asuntos desde el punto de vista de la botánica como desde la zoología».
Planteaba la necesidad de que el maestro debe apostar a la formación permanente, tal como aparece en los programas de enseñanza de la actualidad, y escribe en octubre de 1926: «Para enseñar en la forma que yo deseo, el maestro debe estudiar permanentemente, lo que es exacto. Entiendo que el maestro en ejercicio tiene ese deber primordial, sea cualquier el sistema de enseñanza que adopte».
Se aprecia en sus anotaciones la influencia todavía presente del sistema de enseñanza mutua, sistema que se aplicó en nuestro país desde el año 1821, cuando anota en agosto de 1926, al faltar la maestra de primer año, «que los alumnos estarán bajo la vigilancia de la maestra que atiende corte y confección y que con auxilio de un monitor se dedicarán a trabajos escritos». Ese mismo día anota que:
«los de la segunda clase, cuando no hacen trabajos agrícolas, quedan bajo mi vigilancia, con el auxilio de un monitor haciendo dibujo, copia, caligrafía…».
Se supone que hace referencia, aunque no lo explique, a monitor como niño más adelantado en conocimientos que los otros y que pueda ayudar al otro, como era entendido en la enseñanza mutua o modelo lancasteriano.
Apuntaba su accionar al trabajo colaborativo entre la escuela y el hogar de los alumnos. Así lo expresa en una Conferencia leída a los padres de los alumnos de las escuelas públicas de Trinidad en el local de la Escuela de 21 Grado Nº 1, que lleva por título «Necesidad de colaboración entre el hogar y la escuela». Allí manifiesta: «La relación entre el maestro y los padres puede atenuar en mucho ciertos males de la escuela. Por medio de los padres el maestro puede conocer la historia de los niños en el hogar y a la inversa. (…) Conviene también que los maestros sepan qué procedimientos educativos usan los padres para con los niños, para saber de dónde proceden ciertas deficiencias de carácter, a fin de poder corregirlas y saber por dónde debe comenzarse» (Niemann, 1926: 13). Termina la Conferencia diciendo:
«Considerad la escuela como la continuación de vuestro hogar, considerad al maestro, como vuestro mejor amigo; amigo que siempre trata de hacer bien». (Niemann, 1926: 15,16).
Fue un tipo de trabajo distinto para la época, se introdujeron prácticas que no eran habituales, como las audiciones musicales de las que dice que se realizaban todos los días sin interrupción y que despertaron gran interés entre los alumnos y que, además, les daban temas para actividades de lenguaje, ortografía, dibujo y para despertar el interés por lo artístico, generalmente no comprendido en el medio rural.
El periódico publicado por la escuela de Progreso, llamado unos años El Hornero, otros La colmena y otros Acción cultural, informaba de prácticas que se hacían en la escuela, se presentaban poesías, canciones y cuentos; se transcribían noticias importantes y artículos científicos; se anunciaba venta de producciones escolares, como ser la de miel; planteaba juegos de agudeza visual y situaciones-problema a resolver; daba consejos morales y presentaba artículos de opinión.
Su defensa de la educación laica la hace también en el periódico escolar. En junio de 1940 se publicaba un artículo en el que decía:
«La escuela pública es laica. Es laica porque así lo exige una república democrática como la nuestra. En una democracia la libertad es su fundamento. La libertad no se puede obtener en forma dogmática. El dogma niega la razón. Y solo la razón permite alcanzar la verdad. La verdad debe estar al alcance de la mayoría para que la libertad sea posible. La enseñanza dogmática solo es útil para los países esclavos donde reina la tiranía. La democracia se formará con una escuela nacional sin dogmas porque solo con ella es posible el progreso social que nos hará disfrutar de un porvenir de paz, por medio del trabajo solidario y justo». Luego de Niemann dirigió la escuela de Progreso la maestra Angélica Medina. Al jubilarse ella la experiencia de la escuela fue diluyéndose. No hubo sistematización de la metodología por parte de los docentes que trabajaron allí.
Referencias bibliográficas
NIEMANN, Otto (1926), «Necesidad de colaboración entre el hogar y la escuela», Conferencia leída a los padres de los alumnos de las Escuelas Públicas de Trinidad, Barreiro y Ramos, Montevideo.
NIEMANN, Alba (1984), Otto Niemann, un maestro sin fronteras, México.
TRILLA, Jaime (coord.), (2001), El legado pedagógico del siglo XX para la escuela del siglo XXI, Editorial Grao, Barcelona.
Libros Diarios de la Escuela de Progreso de 1924 a 1941.

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