miércoles, 19 de septiembre de 2007


LOS ADOLESCENTES CONTRA TODOS: LA VIOLENCIA

Abordar el tema de la adolescencia como período sintomático físico-psicológico es por sí eminentemente complejo. Más complejo aún es si lo relacionamos con otras materias o problemas que la afectan o vinculan desde el punto de vista familiar o social. Uno de esos problemas que de alguna manera la implican es el de la VIOLENCIA.
El "ir creciendo", el "hacerse adulto" como ya mencioné significa, para el adolescente, una etapa de una profunda crisis o "duelo", como sostiene Arminda Aberastury. Por ello el joven se ve atrapado en una crisis interna que puede colisionar en forma severa con los elementos externos que le exhibe toda sociedad.
Como dice Rozitchner: "la adolescencia es un período de esclarecimiento. En esos años en los que uno se enfrenta con un conjunto de problemas muy difíciles es verdaderamente imposible estar claro". El entorno que nos rodea parece no contribuir a que esta afectación se atenúe sino que por el contrario la aumente o la dimensione peligrosamente. La cultura imperante los hace aún más afectos a la trasgresión. Continúa diciendo este mismo autor: "La independencia no es tampoco posible por el aspecto económico. El adolescente quiere tener su propia plata, tener mayor autonomía, pero no tiene trabajo ni sabe como conseguirlo... Es la edad en donde se tiene una cierta tendencia a la angustia, una cierta oscilación entre sentirse "superbién" y querer matarse, una especie de familiaridad con la idea de la muerte, la sensación de que todo es en vano confirmada por un montón de adultos que nunca terminaron de saber donde estaban ellos mismos".
Esa "anormalidad" sintomáticamente NORMAL es al mismo tiempo terrible y no tanto, porque pertenece a esa situación llamada ADOLESCENCIA. Pero a la vez puede conllevar un comportamiento agresivo y rebelde para lo que externamente ya está establecido. Y lo establecido significa repudiarlo, discriminarlo, dejarlo sin salida laboral, mostrándole que el estado no existe y que nadie los protegerá. Esta cultura que nos invade sin miramientos es la cultura del "eficiente", del que más puede porque materialmente es poderoso, del trasgresor que es su mejor modelo. Dice Rozitchner: "a ellos nada les viene bien y tiene un criterio uniforme de cómo hay que ser. Su modelo no es el de joven decente pero sí el del "canchero". La cultura del alumnado de los colegios secundarios tiene este modelo del canchero, del sobrador, con el cual cree zafar de la idiotez de la institución. Los jóvenes se expresan: No somos iguales, ni podemos ni queremos serlo. Somos distintos. Distintos del cuerpo, distintos del gusto, distintos de maneras de ser y también tenemos distintas costumbres. Sufrimos de intolerancia de la diferencia. La diferencia es la libertad: que a cada uno le guste lo que le guste y que cada quién se junte con quien quiera.
El joven se siente desamparado, porque aunque "normalmente" no soporta a sus padres, extrañamente los ama y recurre a su amparo siempre, así tampoco quiere al Estado porque les obliga a ir al Colegio y a instrumentarlo de cierta manera, y a la vez no cumple con la función amparadora porque los deja de lado.
El adolescente está en medio de esa tormenta en la que el medio se hace "cómplice" de este desorden estructural. Entonces, el joven debe pelear contra esa crisis y contra el caos social que le impide desarrollarse libremente. Ser diferente es complejo, es perturbante, porque los hace sentir aislados y fuera de contexto.
En un marco jurídico se lo menciona de alguna manera haciendo referencia en uno de sus artículos a la oportunidad de ser diferentes.
El problema de la delincuencia los tiene casi como únicos protagonistas, porque aquellos jóvenes con carencia de oportunidades y con una ausencia de educación óptima son los que buscarán "la vía fácil".
Su búsqueda de identidad, el contexto social que lo rechaza y su propio caos "anormal" hacen campo propicio para transgredir, para delinquir. Es así que el joven se droga, bebe alcohol o exhibe el sexo en plena calle.
En ese escenario en donde la sociedad se burla de él y se ostenta la corruptela del adulto, se desarrolla el adolescente. Además, los medios masivos de comunicación le enseñan que matar es legal, que beber y fumar es un placer y que todo vale.
En pocas palabras, el joven es ese ser que deambula por un mundo que lo arroja al vacío y que debe pelear ante dos frentes: el de su propio cuerpo y psiquis, y el del mundo que lo rodea.

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