miércoles, 19 de septiembre de 2007


UNA NUEVA ETAPA: LA MUERTE
En la adolescencia se plantea una dualidad, característica de esa etapa, en donde la muerte es considerada un proceso en el cual termina la etapa anterior: la niñez. No se considera a la muerte como final de la vida; el adolescente debe "matar" al niño, esto es dejar el cuerpo infantil, los hábitos, cambiar a los padres infantiles por los del adolescente y sacar al niño social de la escena para incorporar al adolescente en su nuevo escenario.
En realidad todavía en su mente infantil, el adolescente se rehúsa a lastimar al niño, pero la revolución física, hormonal y social, hacen que su psiquismo transforme los conceptos infantiles en los nuevos, más parecidos al de los adultos.
Es tan intenso dicho proceso, que ante toda situación conflictiva, el adolescente siente riesgo de muerte propia y/o de los seres que ama. Esto es observable a menudo, puesto que quien siente que no ha vivido se resiste a la idea de morir. Los principales temores a la muerte se vinculan con los miedos a enfrentar lo desconocido, al dolor, al sufrimiento y a separarnos de nuestros seres amados; vale decir a todo lo relacionado con los apegos. En verdad, la fuerte tendencia a aferrarnos es lo que nos trae las mayores dificultades en el momento de partir y todo esto agravado por el apego a ciertas creencias falsas. Dentro de estas creencias podemos mencionar los temores que surjan con relación a viejas y erróneas enseñanzas sobre el cielo y el infierno, y de la imposición de castigos por los pecados cometidos. He aquí una experiencia de vida (Por Dr. Juan Bautista Etcheberry):
"Es el caso de una paciente joven que moría como consecuencia de un cáncer de mama y clamaba a Dios por otra oportunidad de vida para dedicarla a ser monja. Esta persona tenía terror a morir e ir al infierno por los pecados que sentía haber cometido. En uno de los encuentros con el médico de cuidados paliativos, después de vencer grandes resistencias, reconoció que temía ser castigada por los juegos sexuales infantiles llevados a cabo con sus hermanos.
Fue muy difícil ayudarla, pero finalmente descubrió que era ella quien no podía perdonarse. La joven murió algo más liberada de su carga y aceptando mejor dicho momento."
Considero que trabajar el desapego es una de las tareas a realizar en esta vida, que comienza en nuestra adolescencia, cuando transformamos la armonía y estabilidad de la niñez en el constante desarrollo, crecimiento y evolución; que es la vida adulta.

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