miércoles, 25 de febrero de 2009

Nuestras dos mente: la pensante y la emocional

El cerebro humano y la Inteligencia Emocional


La reciente investigación cerebral pone de relieve los mecanismos neurológicos en los que se sostiene el liderazgo resonante.

La obra de Goleman, Boyatzis y McKee explica con detalle cómo la inteligencia emocional se asienta -fisiológicamente- en los circuitos neuronales que conectan los centros ejecutivos del cerebro (situados en los lóbulos frontales) con el sistema límbico (centro cerebral que regula las emociones).

A diferencia de otros sistemas de nuestro cuerpo, el sistema límbico -también llamado cerebro emocional- es un sistema abierto, lo cual significa que se halla condicionado externamente, y es por ello que nuestra estabilidad emocional depende, en parte, de las relaciones que establezcamos con los demás.

Las señales que este sistema trasmite al resto del cuerpo son capaces de modificar la tasa hormonal, las funciones cardiovasculares, el ciclo del sueño y hasta el sistema inmunológico de otra persona.

Es esta interrelación fisiológica la que afecta todas las dimensiones de nuestra vida social, y hace que podamos sintonizar automáticamente nuestras emociones con las de las personas con quien nos hallamos.

La investigación científica ha demostrado que al comienzo de una determinada interacción los ritmos corporales de los implicados son diferentes pero al cabo de unos minutos acaban sincronizándose. Este fenómeno se denomina “contagio emocional” y se halla presente tanto en situaciones conflictivas como en las placenteras aun cuando las personas, estando próximas, no mantengan contacto verbal.

Este mecanismo hace que los líderes emocionales operen como una suerte de «focos de atracción límbicos» ejerciendo una poderosa influencia sobre el cerebro emocional de sus seguidores. Por ello es que resulta tan importante el hecho de que manejen y expresen sus emociones con maestría.
La risa y la broma oportuna estimulan la creatividad, abren vías de comunicación, consolidan la sensación de conexión y confianza y convierten al trabajo en algo mucho más agradable.

La capacidad del líder para inducir estados de ánimo positivos y cooperativos resulta fundamental para determinar el éxito del grupo.

Los estudios neurológicos demuestran las habilidades diferenciadas de nuestros hemisferios cerebrales, lo racional en el hemisferio izquierdo y lo emocional y creativo en el derecho.
Utilizar ambos hemisferios es desarrollar ampliamente nuestra potencialidad de actuar. El Liderazgo lo llevan adelante exitosamente las personas que reúnen las cualidades de “Inteligencia racional” para el cumplimiento de metas y de “Inteligencia emocional” para entender y motivar al grupo de personas.La combinación que más ayuda a un líder es la que complementa ambas inteligencias. Desarrollar el arte de liderar, en tiempos de cambios constantes, gran incertidumbre y tiempos breves de decisión, que requieren el máximo potencial de las personas, es nuestro desafío.

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